Somos lo que escuchamos y que no te quepan dudas de ello. La música dice muchísimo sobre nuestra personalidad, sobre nuestra cosmovisión y especialmente sobre nuestra psicología. Como podrás recordar, algún acercamiento hemos hecho a la cuestión cuando tiempo atrás vimos qué pasa en el cerebro de los músicos al improvisar.
Además de intentar derribar algunos de los fuertes estereotipos que existen hacia los fanáticos de los estilos musicales derivados del metal, de algún modo, el estudio intenta hacer un retrato psicológico de los metaleros, quienes tendrían “una peculiar constelación de rasgos en la personalidad”, de acuerdo al modelo de los cinco grandes y la teoría del rasgo.
Las composiciones más extremas, con los riffs de guitarra más “pesados”, de ritmos complejos y tiempos fuera de lo común, con bruscos cambios a pasajes intenso y melódicos, así como cantos caracterizadas por “gritos, chillidos y gruñidos”, eran de más agrado para quienes marcaban un claro pasaje a lo que en psicología se conoce como la apertura a la experiencia. En otros términos, el gusto por estas características musicales coincidía con las actitudes más negativas y de rechazo hacia la autoridad, la baja autoestima, una mayor necesidad de singularidad y un fuerte desapego por la religiosidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario